Otra de las “actividades” de aquellos veranos fantásticos, que nos gustaba hacer siempre y a las que nos apuntábamos casi toda la pandilla, era la ir a la caza del grillo de la “P”… el grillo que más y mejor canta, le llamábamos de la “P” porque poseen en la parte superior del cuerpo un dibujo amarillo que se aproxima una “P”…

Había que intentar avistarlos a una distancia de un par de metros por lo menos, pues de lo contrario el “grillo de la P” que era muy astuto notaba nuestra insensata presencia y se mosqueaba lo suficiente para dejar de cantar y de señalar su posición, escondiéndose rápidamente en su guarida.
Eso nos creaba un serio problema añadido a nuestro “rastreo”; había que comenzar a remover la hierba palmo a palmo y buscar el agujero, no importaba el tiempo, ese grillo era ya un objetivo asegurado; después de estar varios minutos atentos a su canto y seguir su estela, sabíamos por “experiencia” que no podía andar mas allá de un par de metros a la redonda… la zona era peinada, acotada, con el mayor de los esmeros, hasta que por fin, y tras unos cuantos rodeos y movimientos de yerba, la oscura entrada de la grillera quedaba al descubierto, con su terracilla de tierra aplanada a su alrededor, eso si, completamente nítida, donde el grillo ademas de tomar el sol, “canta” para atraer a la hembra.
Comenzaba entonces la operación de hacer salir al grillo de su madriguera; Se introducía la pajita poco a poco dentro del agujero, con cuidado y con tiento para notar cuando palpábamos al grillo de la P; había que tener cierta pericia para zarandear con cariño la pajita e intentar hacerle las suficientes cosquillas y conseguir hacerle salir; a veces lo conseguíamos enseguida, otras costaba lo suyo, pues el grillo salía, veía el plan que se le venia encima y se volvía a meter a una velocidad diabólica, sin dejarnos reaccionar, antes de que con el dedo pulgar de la otra mano pudiésemos cortarle la retirada y tapar el agujero que era la forma mas ortodoxa de cazar al grillo de la “P”.
Otras veces no había manera de hacerle salir por la técnica tradicional; era cuando el grillo no se enteraba, o simplemente no tenía ganas de salir por las buenas, cualquiera que fuera el caso es que no estaba por la labor; entonces no quedaba otra, era cuestión de dignidad, o el grillo o yo, había que recurrir al ultimo recurso, la técnica de orinar y atinar de lleno en su madriguera; la cantidad mínima de orina para que el bicho se sintiera lo suficientemente furioso e indignado y decidiera salir a pelear y morder al osado que le ha provocado esa ducha caliente, apestosa e indeseada en plena tarde estival; en fin era la manera menos escrupulosa, pero inevitable cuando no había mas alternativas.
Luego ya se le resarcía y premiaba en su nueva “casita”, hecha con alambres y maderita; una jaula pequeñita en la que el grillo de la P viviría como un rey, en nuestra casa y a nuestra costa el resto del verano, a base de hojas de lechuga, hormiguitas y de vez en cuando lo sacábamos a pasear al patio de nuestras casas militares… A cambio por las noches nos cantaba su incesante crii criii, y nuestros padres que no podían dormir, nos hacían sacar al grillo de la habitación y dejarlo en el balcón..
En fin, este uno de mis recuerdos de Jaca y de mi niñez que guardo con mucho cariño; Siempre que vuelvo a Jaca, y paseo por los glacis de la Ciudadela, no puedo evitar cerrar los ojos por unos instantes, y evocar aquellos momentos tan fantásticos .
Menudas peloteras he tenido en casa por los grillos. Una vez se escapó uno y estuvo varios días ilocalizable, pero por la noche la serenata dentro de la casa no paraba.
ResponderEliminarGrillos, lagartijas, todos lo que había en el campo, a la jaula. La verdad que lo pasábamos bomba con estas cosas, y sin ordenador, ni cónsolas ni nada, la calle, el campo y todo un universo por descubrir y disfrutar. La Ciudadela es un lugar precioso que da para toda clase de juegos.
Ha entrado un grillo mi jardin, es malo tener lo Ho lo tiró al campo
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