Mis Amigos

Asalto al Monte Perdido

Monte Perdido (año 1971)     1ª Parte


1971-Monte Perdido desde las gradas de Soaso
Estábamos por fin casi en nuestro destino, la  cota mas alta de Ordesa  y a los mismísimos  pies del imponente Monte Perdido, cuya cima  no podíamos ver al completo por que su sus altas cumbres estaban totalmente cubiertas entre nieblas y negros nubarrones. Eran las 17:15 horas de una muy seca y  calurosa tarde de primeros de septiembre;  después de una lenta marcha, siempre  en ascenso,  alcanzamos por fin,  Goritz;  un pequeño edificio y a la vez refugio de piedra, concebido  y construido para alivio de  los montañeros que intentan el asalto a Monte Perdido o bien para los que lo han coronado y antes del regreso a casa,  necesitan descansar y reponer fuerzas...
 

Refugio de Goritz 1971

 Lo primero que nos sorprende es la soledad del fastuoso  paraje,  completamente vacío: un impresionante panorama desierto en medio de un mar de  montañas...nada que no sean prados de hierba y paredes de pizarra,  en ninguna dirección. En la casita de cuento de hadas que es  el edificio del refugio,  una puerta cerrada como único consuelo, y alrededor del mismo, en el prado,   restos y  señales inequívocas de que ahí había habido no hace mucho tiempo montañeros acampados, los rastros de las tiendas y el pasto reseco así lo certifican.

Poco a poco, en fila de a uno,  desvaídos y larguiruchos,  vamos llegando, resoplando, jadeando y  sudando,  con la rojez que el sol  ha ido poco a poco  tatuando a través de los días  en nuestra piel... Las mochilas se  caen de nuestras espaldas como fardos al suelo y después de ellas nos derrumbamos nosotros: acabamos sentados, exhaustos y tumbados sobre la pradera, a los pies del coloso y mirando los negros nubarrones que nos saludan desde el cielo.

1971 - German con Goritz al fondo
Han pasado algo más de cinco minutos, nadie ha abierto la boca ni  dicho una palabra solo se barrunta  el silencio majestuoso que dibuja y recorta las siluetas de las montañas; nos hemos quedado mudos, nos cruzamos mutuas y cómplices miradas,  entre incrédulas y de asombro, sonrisas nerviosas, y tics  partícipes de desconcierto..
En realidad todos queríamos decir...¡¡ No hay nadie aquí!! ¿Como es posible?, ¡¡sólo nosotros!!! ¿Dónde están los montañeros que vienen a escalar el Perdido? ¿Habrán ido a escalarlo y luego regresarán?..¿Pero porque no hay ni una tienda de campaña montada?.. ¿Porque está el refugio cerrado? No hemos visto a nadie en la misma dirección que nosotros, sino al contrario, los hemos saludado en dirección contraria, o sea de vuelta.
 

1971-Campamento a pie de Monte Perdido
La verdad,  nadie piensa ni se cree aun, ni por un solo momento,  que los próximos cinco días esto va a ser nuestro hábitat, nuestra morada y nuestra aventura... ¡¡Por Dios!! Si no hay una alma en cuarenta kilómetros a la redonda, y solo somos seis mentecatos que jamás han salido de un barrio de una gran ciudad… lo único que conocemos bien  y hemos tenido a nuestro alrededor han sido, el parque Guell,  grandes avenidas llenas de establecimientos comerciales  y luminosos semáforos;Y el único "campo" que conocemos es el campo de fútbol de nuestro equipo “Modestic”
 


Ahora en lugar del acogedor  parque que tan bien conocemos, tenemos una inmensa encrucijada de altas  e ignoradas montañas. Praderas increíblemente verdes, llanuras salvajes y horizontes que nunca imaginamos,  ni siquiera  tenemos un mapa para saber el nombre de esos monstruos, ni para ubicar el lugar en el que estamos y en el  que vamos acampar;  en vez  de avenidas y comercios donde podemos obtener de todo, tenemos un sin fin de sendas anónimas, de caminos empedrados de pizarra sin ningún cartel que nos indique ninguna  dirección y por supuesto, ningún lugar donde poder comprar una triste cerveza, un café o una simple  barra de pan... y en vez de semáforos, lo único que nos va iluminar los próximos días, es la tenue luz de la luna en las mágicas  noches en la que  se descubrirá a través de las rendijas de las cortadas aristas del Monte Perdido,   y este sol abrasador y montañero al cual no estábamos acostumbrados todavía


Panoramica de Ordesa 1971
Reconozco que en esos momentos, puesto de pie y girando mi cuerpo ciento ochenta grados,  me sacudió un escalofrió de emoción y desasosiego a la vez… no miedo, no sé como llamarlo; me vino a la mente todo lo que escuché a mi padre y hermano sobre este lugar, pero nunca lo había imaginado así, jamás algo tan grande, tan gigantesco tan descaradamente bello, agresivo  y provocador a la vez;  Por unos minutos quedé completamente embelesado por lo que tenia ante mis ojos y abstraído por los primeros signos de preocupación y  a la vez que inquietud:
 
De alguna manera en ese instante abordaba por primera vez en la aventura lo desconocido, lo que jamás había imaginado que algún día haría solo,  sin los consejos y sugerencias de mis mentores... Aquello en esos momentos se hacia muy grande para mi, tan grande como la mole que tenia delante, parecía algo superior a mis sueños e imaginaciones, y no tenia  a nadie para hacer consultas.. 


1971 -en el Arazas con Mondarruego como telónde fondo
Había imaginado que cuando llegásemos aquí, esto estaría repleto de campistas, de montañeros que cada día subirían y bajarían del monte Perdido, que habría mucha camaradería, que pasaríamos las noches alrededor de una hoguera entre cánticos y chistes, tomando algún café y que seria un sitio muy frecuentado…habíamos  visto montañeros regresando cuando atravesábamos Ordesa, pero no nos habíamos parado a hablar con ellos.. ¿Eran los últimos? ¿Por qué?
 
También, parándome a pensar un poco,  era verdad que no habíamos visto montañeros  ni nadie  en la misma dirección, como nosotros… ¿había algo que no habíamos tenido en cuenta? ¡Que rabia no tener un manual de alta montaña en esos momentos..!
Esa incertidumbre, el no tener algo en que basar mis razonamientos, el desconocer por completo lo que había realmente que hacer y sentir sobre mi espalda la responsabilidad de mis compañeros, que tenían volcada su confianza,  su seguridad y su devoción en mi,  hacía que mis sentimientos y mis sensaciones fueran paralelas, y no encontrara sosiego en esos momentos…
1971 - Acampados a pie del Perdido
Martín rompió el silencio y me sacó de mis atropellados pensamientos...-
 
Muy pomposamente se levantó con delicadeza, mojó con su lengua su dedo índice derecho  y cuan Moisés (el de la Biblia dirigiendo a su pueblo israelita a la tierra prometida),  lo alzó a un  cielo descaradamente azul,  dejó que la brisa lo azotara suavemente, y comprobó  de que lado venia la dócil corriente…entonces muy solemnemente con los ojos entrecerrados y en un trance agnóstico, con voz grave    gritó… - ¡¡el aire viene justo de donde venimos!! Del Sur –¡¡Por tanto la entrada de la tienda de campaña hay que montarla en dirección opuesta, o sea, al Norte!!
 
Ante tan crudo y elocuente enfoque del maestro Martín, nadie puso objeción alguna, ninguno de los demás estábamos mas informados sobre el tema como para discutirle su indiscutible conocimiento. (Al menos era lo que pensábamos)
 
Brecha de Rolando
Por tanto la dirección de la puerta de entrada de nuestra tienda tenia que mirar justo  al Norte,  mirando hacia el refugio de Goritz,  o sea de cara hacia  la Brecha de Rolando,  en ese momento totalmente visible, nítida y preciosa,  con una panorámica especialmente bella .. Si, ciertamente era una vista de postal... Aun la estoy viendo, es un detalle que jamás he podido olvidar a través de los años que han pasado, ni las palabras de Martín, ni la panorámica, ni lo que pasó aquella noche, porque marcaron para siempre un poco más si cabe  mis emociones.
 
(Seguiré en el proximo capitulo)....
 
 
 
 
 
 

 

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